viernes, 30 de noviembre de 2012

COMENZAMOS EL VIAJE DE ADVIENTO

El Adviento es estar atentos al Señor que viene. 

No es simplemente un momento del Año Litúrgico. ¡Es un tiempo de esperanza! “¡Estar despiertos y vigilantes!” 
Es un mirar a Jesús que vino en la historia para enseñarnos a vivir humana y divinamente. Que viene en cada pobre y necesitado y vendrá al final de los tiempos como Él nos prometió.
Cada uno sabe cuáles son sus “excesos”. Ya es hora de “despertarnos” de nuestra apatía, nuestra indolencia, y es preciso luchar con más decisión y arrancar de raíz todo aquello que puede desagradar al Señor que viene.
Año tras año, al llegar el Adviento, oímos que es un tiempo de cambio y preparación. Pero, ¿cambia “algo” en nuestra vida?
Este es el desafío de quienes “pretendemos” preparar el camino del Señor: cambiar el corazón, cambiar nuestra mentalidad. Esta actitud se llama, en el lenguaje religioso: conversión. 
El camino del cristiano será imitar a Jesús viendo todo lo que podemos hacer para que los desalentados y oprimidos reciban una nueva esperanza… comenzando por nosotros mismos.
La esperanza y la alegría de un Dios que no se cansa de decirnos: ¡Sed fuertes, no temais! “Yo mismo vengo a salvaros”.
Lejos de ceder a la tristeza y al pesimismo, alégrate siempre en el Señor, porque Jesús viene a buscar y a salvar lo que estaba perdido.
Algunas veces pareciera que, tanto escuchar y repetir que Jesús es Dios hecho hombre, nos hemos acostumbrado a las palabras y no le tomamos el peso de lo que ellas significan.
Preparemos todo nuestro ser para celebrar este GRAN MISTERIO: Dios que se hace hombre semejante a nosotros, menos en el pecado.
En este camino al encuentro del Señor, es una excelente ocasión para mostrarle a Jesús que estamos vigilantes, atentos, activos… y con el corazón ocupado en amar a todos, especialmente a los más necesitados.
Dile, SÍ, al Señor que ya llega para que nos purifique y nos haga vivir la auténtica alegría de la Navidad.

sábado, 24 de noviembre de 2012

EL AÑO DE LA FE

 

     Este año será una ocasión propicia para que todos comprendamos con mayor profundidad que el fundamento de la fe cristiana es “el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y con ello un orientación decisiva”. Fundada en el encuentro con Jesucristo resucitado, la fe podrá ser redescubierta íntegramente y en todo su esplendor. También  en nuestros días la fe es un don que hay que volver a descubrir, cultivar y testimoniar…
   El comienzo del Año de la Fe coincide con el recuerdo de dos eventos que han marcado el rostros de la Iglesia de nuestros días: los cincuenta años pasados desde la apertura del Concilio Vaticano II por voluntad del Beato Juan XXIII (1 de octubre de 1962) y los veinte años desde la promulgación del Catecismo de la Iglesia Católica, legado a la Iglesia por el Beato Juan Pablo II (11 de octubre de 1992).
 

jueves, 22 de noviembre de 2012

JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO

INTRODUCIR VERDAD

 
     El juicio contra Jesús tuvo lugar probablemente en el palacio en el que residía Pilato cuando acudía a Jerusalén. Allí se encuentran una mañana de abril del año treinta un reo indefenso llamado Jesús y el representante del poderoso sistema imperial de Roma.
     El evangelio de Juan relata el dialogo entre ambos. En realidad, más que un interrogatorio, parece un discurso de Jesús para esclarecer algunos temas que interesan mucho al evangelista. En un determinado momento Jesús hace esta solemne proclamación: "Yo para esto he venido al mundo: para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz" .
     Esta afirmación recoge un rasgo básico que define la trayectoria profética de Jesús: su voluntad de vivir en la verdad de Dios. Jesús no solo dice la verdad, sino que busca la verdad y solo la verdad de un Dios que quiere un mundo más humano para todos sus hijos e hijas.
     Por eso, Jesús habla con autoridad, pero sin falsos autoritarismos. Habla con sinceridad, pero sin dogmatismos. No habla como los fanáticos que tratan de imponer su verdad. Tampoco como los funcionarios que la defienden por obligación aunque no crean en ella. No se siente nunca guardián de la verdad sino testigo.
     Jesús no convierte la verdad de Dios en propaganda. No la utiliza en provecho propio sino en defensa de los pobres. No tolera la mentira o el encubrimiento de las injusticias. No soporta las manipulaciones. Jesús se convierte así en "voz de los sin voz, y voz contra los que tienen demasiada voz" (Jon Sobrino).
     Esta voz es más necesaria que nunca en esta sociedad atrapada en una grave crisis económica. La ocultación de la verdad es uno de los más firmes presupuestos de la actuación de los grandes poderes financieros y de la gestión política sometida a sus exigencias. Se nos quiere hacer vivir la crisis en la mentira.
     Se hace todo lo posible para ocultar la responsabilidad de los principales causantes de la crisis y se ignora de manera perversa el sufrimiento de las víctimas más débiles e indefensas. Es urgente humanizar la crisis poniendo en el centro de atención la verdad de los que sufren y la atención prioritaria a su situación cada vez más grave.
     Es la primera verdad exigible a todos si no queremos ser inhumanos. El primer dato previo a todo. No nos podemos acostumbrar a la exclusión social y la desesperanza en que están cayendo los más débiles. Quienes seguimos a Jesús hemos de escuchar su voz y salir instintivamente en su defensa y ayuda. Quien es de la verdad escucha su voz. 
                                             (José Antonio Pagola)


VERDAD QUE TRANSFORMA 


MARVAO, NOVIEMBRE- 2012



CRÓNICA CONVIVENCIA PARROQUIA DE ENTRERRIOS
MARVAO (10 de noviembre de 2012)

El pasado sábado, 10 de Noviembre, la comunidad parroquial de Entrerríos,  pequeños y mayores, madrugaron para convivir y disfrutar de las fiestas de las castañas en la población portuguesa de Marvao. 

Este precioso pueblo  medieval,  rodeado de muralla, con su calzada empedrada , su castillo… sirvió de escenario de buenas conversaciones, risas y anécdotas como la de la búsqueda de Paca o “el bailoteo”, acompañado por la charanga “Amigos da música”, bajo el arco - portal de una calle. Se formó un tapón… ¡ Imposible  pasar por la calle!

Toda la mañana, el telón de fondo fue la niebla que pintaba todo de blanco, y mojaba. Este inconveniente, no pudo con aquellos parroquianos, pues no les paró para probar las castañas asadas, las frescas, las buenas “dulzainas” y el vino, que algunos compraron, y  que a otros no les hizo falta, pues la bota de Iván dio para mucho.


Parece que tras el buen bocata, los churritos con canela o chocolate, y demás cosas… la nube se asustó y les dejó ver aquel maravilloso paisaje envolvente.

Subieron al castillo. Precioso monumento, colofón de la gran muralla que abraza al pueblo. Muchos aventureros y aventureras –sobre todo, aventureras- se atrevieron a subir, sin obstáculo alguno, ni siquiera de edad, para escalar aquellas escaleras de menos de medio metro de anchas.

El sol salió al atardecer para iluminar el paseo por el campo y la recogida de castañas esparcidas por el camino… La pequeña caminata desembocó en la carretera que les condujo a “la viajera”, aparcada por el gran conductor y paisano Ceferino. Andando por el arcén, todos en fila india, arriesgando sus vidas como auténticos exploradores para alcanzar el objetivo: el autobús que los devolvería a la Serena.


El capricho final fue, tras convencer al conductor, echar un rato en “el Faro”. Pero, advertidos por el padre Fermín, no se dejaron arrastrar demasiado por el consumismo.


Convivencias como éstas, son las que hacen, que historias y vidas distintas , pero que tienen más en común que lo que les diferencia: la fe en el Señor Jesús, se unan aún más.  De esta manera la Iglesia late con fuerza y sigue llevando la Buena Noticia allí donde vive.

                  Gracias a todos

                                                Domingo Sánchez




sábado, 3 de noviembre de 2012

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL DOMINGO

LO IMPORTANTE
 
Un escriba se acerca a Jesús. No viene a tenderle una trampa. Tampoco a discutir con él. Su vida está fundamentada en leyes y normas que le indican cómo comportarse en cada momento. Sin embargo, en su corazón se ha despertado una pregunta: "¿Qué mandamiento es el primero de todos?" ¿Qué es lo más importante para acertar en la vida?
Jesús entiende muy bien lo que siente aquel hombre. Cuando en la religión se van acumulando normas y preceptos, costumbres y ritos, es fácil vivir dispersos, sin saber exactamente qué es lo fundamental para orientar la vida de manera sana. Algo de esto ocurría en ciertos sectores del judaísmo.
Jesús no le cita los mandamientos de Moisés. Sencillamente, le recuerda la oración que esa misma mañana han pronunciado los dos al salir el sol, siguiendo la costumbre judía: "Escucha, Israel, el Señor nuestro Dios es el único Señor: amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón" .
El escriba está pensando en un Dios que tiene poder de mandar. Jesús le coloca ante un Dios cuya voz hemos de escuchar. Lo importante no es conocer preceptos y cumplirlos. Lo decisivo es detenernos a escuchar a ese Dios que nos habla sin pronunciar palabras humanas.
Cuando escuchamos al verdadero Dios, se despierta en nosotros una atracción hacia el amor. No es propiamente una orden. Es lo que brota en nosotros al abrirnos al Misterio último de la vida: "Amarás". En esta experiencia, no hay intermediarios religiosos, no hay teólogos ni moralistas. No necesitamos que nadie nos lo diga desde fuera. Sabemos que lo importante es amar.
Este amor a Dios no es un sentimiento ni una emoción. Amar al que es la fuente y el origen de la vida es vivir amando la vida, la creación, las cosas y, sobre todo, a las personas. Jesús habla de amar "con todo el corazón, con toda el alma, con todo el ser". Sin mediocridad ni cálculos interesados. De manera generosa y confiada.
Jesús añade, todavía, algo que el escriba no ha preguntado. Este amor a Dios es inseparable del amor al prójimo. Sólo se puede amar a Dios amando al hermano. De lo contrario, el amor a Dios es mentira. ¿Cómo vamos a amar al Padre sin amar a sus hijos e hijas?
No siempre cuidamos los cristianos esta síntesis de Jesús. Con frecuencia, tendemos a confundir el amor a Dios con las prácticas religiosas y el fervor, ignorando el amor práctico y solidario a quienes viven excluidos por la sociedad y olvidados por la religión. Pero, ¿qué hay de verdad en nuestro amor a Dios si vivimos de espaldas a los que sufren? 
 
                                  (José Antonio Pagola)