CON HUMILDAD Y CONFIANZA
A Jesús le preocupaba mucho que sus seguidores terminaran un día
desalentados al ver que sus esfuerzos por un mundo más humano y dichoso
no obtenían el éxito esperado. ¿Olvidarían el reino de Dios?
¿Mantendrían su confianza en el Padre? Lo más importante es que no
olviden nunca cómo han de trabajar.
Con ejemplos tomados de la experiencia de los campesinos de
Galilea, les anima a trabajar siempre con realismo, con paciencia y con
una confianza grande. No es posible abrir caminos al Reino de Dios de
cualquier manera. Se tienen que fijar en cómo trabaja Él.
Lo primero que han de saber es que su tarea es sembrar, no
cosechar. No vivirán pendientes de los resultados. No les han de
preocupar la eficacia ni el éxito inmediato. Su atención se centrará en
sembrar bien el Evangelio. Los colaboradores de Jesús han de ser
sembradores. Nada más.
Después de siglos de expansión religiosa y gran poder social,
los cristianos hemos de recuperar en la Iglesia el gesto humilde del
sembrador. Olvidar la lógica del cosechador que sale siempre a recoger
frutos y entrar en la lógica paciente del que siembra un futuro mejor.
Los comienzos de toda siembra siempre son humildes. Más todavía
si se trata de sembrar el Proyecto de Dios en el ser humano. La fuerza
del Evangelio no es nunca algo espectacular o clamoroso. Según Jesús, es
como sembrar algo tan pequeño e insignificante como "un grano de
mostaza" que germina secretamente en el corazón de las personas.
Por eso, el Evangelio sólo se puede sembrar con fe. Es lo que
Jesús quiere hacerles ver con sus pequeñas parábolas. El Proyecto de
Dios de hacer un mundo más humano lleva dentro una fuerza salvadora y
transformadora que ya no depende del sembrador. Cuando la Buena Noticia
de ese Dios penetra en una persona o en un grupo humano, allí comienza a
crecer algo que a nosotros nos desborda.
En la Iglesia no sabemos en estos momentos cómo actuar en esta
situación nueva e inédita, en medio de una sociedad cada vez más
indiferente a dogmas religiosos y códigos morales. Nadie tiene la
receta. Nadie sabe exactamente lo que hay que hacer. Lo que necesitamos
es buscar caminos nuevos con la humildad y la confianza de Jesús.
Tarde o temprano, los cristianos sentiremos la necesidad de
volver a lo esencial. Descubriremos que sólo la fuerza de Jesús puede
regenerar la fe en la sociedad descristianizada de nuestros días.
Entonces aprenderemos a sembrar con humildad el Evangelio como inicio de
una fe renovada, no transmitida por nuestros esfuerzos pastorales, sino
engendrada por Él.
(José Antonio Pagola)
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