CRÓNICA
CONVIVENCIA PARROQUIA DE ENTRERRIOS
MARVAO
(10 de noviembre de 2012)
El pasado
sábado, 10 de Noviembre, la comunidad parroquial de Entrerríos, pequeños y mayores, madrugaron para convivir y disfrutar de las fiestas de las castañas en la
población portuguesa de Marvao.
Este precioso pueblo medieval,
rodeado de muralla, con su calzada empedrada , su castillo… sirvió de
escenario de buenas conversaciones, risas y anécdotas como la de la
búsqueda de Paca o “el bailoteo”, acompañado por la charanga “Amigos da
música”, bajo el arco - portal de una calle. Se formó un tapón… ¡ Imposible pasar por la calle!
Toda la mañana,
el telón de fondo fue la niebla que pintaba todo de blanco, y mojaba. Este
inconveniente, no pudo con aquellos parroquianos, pues no les paró para probar
las castañas asadas, las frescas, las buenas “dulzainas” y el vino, que algunos
compraron, y que a otros no les hizo
falta, pues la bota de Iván dio para mucho.
Parece que tras
el buen bocata, los churritos con canela o chocolate, y demás cosas… la nube se
asustó y les dejó ver aquel maravilloso paisaje envolvente.
Subieron al
castillo. Precioso monumento, colofón de la gran muralla que abraza al pueblo.
Muchos aventureros y aventureras –sobre todo, aventureras- se atrevieron a
subir, sin obstáculo alguno, ni siquiera de edad, para escalar aquellas
escaleras de menos de medio metro de anchas.
El sol salió al
atardecer para iluminar el paseo por el campo y la recogida de castañas
esparcidas por el camino… La pequeña caminata desembocó en la carretera que les
condujo a “la viajera”, aparcada por el gran conductor y paisano Ceferino. Andando
por el arcén, todos en fila india, arriesgando sus vidas como auténticos
exploradores para alcanzar el objetivo: el autobús que los devolvería a la Serena.
El capricho
final fue, tras convencer al conductor, echar un rato en “el Faro”. Pero,
advertidos por el padre Fermín, no se dejaron arrastrar demasiado por el
consumismo.
Convivencias
como éstas, son las que hacen, que historias y vidas distintas , pero que
tienen más en común que lo que les diferencia: la fe en el Señor Jesús, se unan aún más. De esta manera la Iglesia late con fuerza y
sigue llevando la Buena
Noticia allí donde vive.
Gracias a todos
Domingo Sánchez
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